domingo, 15 de noviembre de 2020

!Peligro podas! o "Atrapado en el tiempo".

De la misma forma que Bill Murray descubre, cada vez que se despierta en el pueblo de Punxsutawney, que no ha pasado el tiempo y tiene que volver a retransmitir la famosa fiesta del Día de la la Marmota, así nos sentimos los getafenses de muchos barrios cuando vemos como, año tras año, destrozan los árboles con podas salvajes. Efectivamente, parece que no pasa el tiempo y vemos todos los años las mismas barbaridades en nuestros árboles.

Me siento, como Bill Murray, atrapado en el tiempo. En el año 2011 decidí iniciar un blog para hablar de jardinería urbana en el que he escrito bastante menos de lo que en principio me había propuesto. Uno de los  objetivos de este blog era dar a conocer las malas prácticas que se realizan en la gestión de los jardines y, ciertamente, Getafe me ofrecía una gran cantidad de ejemplos. Una de las primeras entradas trataba de las podas, especialmente agresivas en un barrio como el Sector 3, que dispone de una amplia avenida para el desarrollo de los árboles, la avenida Juan Carlos I. 

En esta calle, las falsas acacias o robinias (Robinia pseudoacacia) llevan sufriendo desde hace más de 20 años unas podas que han conseguido que decenas de árboles mueran, una vez agotadas sus reservas. Todo ello después de haber podado los árboles año tras año, dejándoles a veces solamente el tronco. En algunos tramos de esta calle han muerto más de la cuarta parte de las robinias, como ya comentamos en otra entrada del blog (http://observadorjardineriaurbana.blogspot.com/2011/01/la-nefasta-jardineria-de-getafe-las.html).

Podas del año 2011 en la Avenida Juan  Carlos I. Estos mismos árboles se volvieron a podar los años siguientes.

Hoy me he despertado, un año más, como Bill Murray, con la misma imagen de todos los años, árboles destrozados por podas. En la misma calle. En los mismos sitios donde otros árboles han muerto. Por las mismas razones que años anteriores, porque las pocas hojas que les dejaron fueron incapaces de alimentar un cuerpo tan grande, en el que se incluyen las raíces, que aunque no las vemos también están ahí. Porque esas máquinas vivas que son los árboles están diseñados para funcionar con una cantidad de hojas proporcional a la cantidad de madera. Si solo se les dejan tres o cuatro grandes ramas, es muy probable que las hojas que desarrollen en primavera, sean insuficientes para alimentar un cuerpo tan grande.

Falsas acacias (Robinia pseudoacacia) recien podadas en la avenida de Juan Carlos I.

Hay especies que soportan podas brutales, como las encinas o sus parientes los robles. O los plátanos de sombra, tan frecuentes en nuestras calles. Pero otras no tienen esa increíble capacidad de brotar. Entre ellas la robinia o el olmo siberiano (Ulmus pumilla), también habituales entre el arbolado viario. Los arboricultores lo saben y por eso recomiendan no podarlas tan brutalmente. Pero además, ¿que sentido tiene podar unos árboles tan cruelmente en un  avenida tan ancha? ?¿se nos ha olvidado que una de las funciones de los árboles es dar sombra? ¿o es que vamos a caer en la tentación de sucumbir a algunas quejas vecinales incomprensibles, que protestan por lo que "ensucian" los árboles? ¿O es que los servicios de parques y jardines son incapaces de revisar sus protocolos de trabajo y siguen haciendo lo mismo que hacían hace 20 años?

Realmente no se ha avanzado mucho en el tratamiento de los árboles en las últimas décadas en Getafe. Si comparamos las podas realizadas este año en estas falsas acacias de Getafe con las realizadas hace 9 años en la misma zona, podemos comprobar que son prácticamente iguales. En el año 2011 dejaban, como mucho tres o cuatro muñones a partir del tronco, en el 2020 dejan esos mismos tres o cuatro muñones, en los que salen a veces salvan dos o tres pequeñas ramas. El avance en el tratamiento de los árboles ha sido espectacular. 

Diferencias entre las podas de 2009, izquierda, y las de 2020, derecha. Realmente no hay diferencias.

Este tipo de podas sin sentido se realizaran el año pasado en otros muchos puntos de Getafe. Por ejemplo en la Senda de Mafalda, entre el metro de Conservatorio y el instituto la Senda, se podaron todos los olmos siberianos, sin que existiera ningún motivo aparente para hacerlo. Es una senda para el uso peatonal, de gran anchura y sin edificios próximos en los que pudieran interferir los árboles. Si había alguna rama seca o con peligro de rotura, la poda para eliminar estos riesgos apena habría afectado a la copa de los árboles. Sin embargo se terciaron los árboles, es decir solamente se dejaron las tres o cuatro ramas principales, que salen donde empieza a dividirse el tronco principal, a dos tercios de su longitud. Algo incomprensible. Como a los olmos les cuesta bastante brotar cuando son sometidos a unas podas tan drásticas, el verano siguiente tenían una copa miserable, que difícilmente será capaz de alimentar al resto del árbol, como se pueden ver en la siguiente foto. 

Poda de olmos siberianos (Ulmus pumilla) el otoño del 2019, en la senda de Mafalda del Sector III. Izquierda antes de la poda y derecha verano del 2020, mostrando la dificultad que tienen los olmos para recuperarse.

Mientras se pone tanto celo en la poda, algo que no acierto a entender, otros aspectos del mantenimiento de los árboles están totalmente descuidados. En esta misma avenida Juan Carlos I del Sector III, ante la pérdida constante de árboles en los últimos años, en gran parte por estas podas sin sentido, se han puesto recientemente nuevos árboles. Se trata de pinos piñoneros (Pinus pinea). Estos árboles estuvieron bastante tiempo sin tutores, cuando se les puso se colocaron mal (muy cerca del tronco), las correas para sujetar el árbol se colocaron mal (en forma de "O" en vez de en forma de "8") y tampoco se ha protegido su base, con lo que algunos han muerto por las heridas causadas por el cortacéped. 

En la misma calle donde se pone tanto celo en tener "muy bien podados" algunos árboles (las robinias) otros se encuentran francamente abandonados. Estos pinos piñoneros son prueba de ello. No solo no se les mantiene bien rectos, por una colocación pésima de los tutores, sino que ademas no se protege su base, lo que ha ocasionado que enfermen por los golpes dados por los cortacésped y al final algunos mueran.

Está claro que se deberían cuidar más los árboles. No podemos abandonarlos a su suerte de esta manera. No se entiende una gestión tan caótica de nuestras zonas verdes: por un lado se poda sistemáticamente sin dejar ni un árbol sin tocar en determinadas zonas y por otro se abandonan los árboles de otras zonas (riegos deficientes, falta de tutores, tutores mal colocados, falta de protección de los árboles cuando hay obras, etc.). En los contratos de mantenimiento de jardines, que se pueden ver en la web https://contrataciondelestado.es/,  no especifica que haya que realizar una poda como la que se hace todos los años. Solo se dice que los servicios técnicos del ayuntamiento dirán a las empresas concesionarias del mantenimiento las  zonas a podar y el tipo de poda. Realmente se podría y debería reducir el tiempo dedicado a las podas y emplearlo en otras labores de mantenimiento, como todas las relacionadas con el riego y el mantenimiento de los árboles en sus primeros años.

En contraste con la gestión de los espacios verdes que se hace en muchas zonas de Getafe, en los últimos años cada vez se da más importancia a los espacios verdes de las ciudades. Las zonas verdes no solo ayudan a reducir la contaminación atmosférica y acústica, fijan el CO2 que está haciendo cambiar el clima y actúan contra la isla de calor que generan el asfalto, hormigón y ladrillo de las ciudades. También se consideran esenciales para la salud de las personas, en todos sus aspectos, físico, psíquico y social, compensando el estresante y a veces caótico, ambiente urbano. Los organismos  internacionales relacionados con el medio ambiente o con la salud están también incidiendo en esta idea de la necesidad y beneficios de las zonas verdes urbanas. Prueba de ello es la publicación de la Organización Mundial de la Salud "Urban green spaces and health" disponible en: OMS (https://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0005/321971/Urban-green-spaces-and-health-review-evidence.pdf?ua=1.

Todos los urbanistas dicen que las ciudades del futuro deben ser verdes y cuando no encuentran suficiente espacio para las plantas aconsejan crear tejados verdes y paredes verdes (más conocidos como jardines verticales). Mientras tanto en algunas de nuestras ciudades se acorta la vida de los árboles con estas podas tan incomprensibles. Muchos árboles se mueren y son sustituidos por otros que no siempre se cuidan adecuadamente. No conseguimos tener árboles de gran tamaño, que son los que realmente cumplen las funciones ambientales para las que se les ha puesto en la ciudad. 

La publicación "Replanteando el verde en las ciudades" de la Asociación Española de Cubiertas Verdes y Ajardinamientos Verticales (https://es.slideshare.net/itdUPM/replanteando-el-verde-en-las-ciudades-andreu-massoni), además de mencionar los beneficios ambientales, para la salud y sociales de los espacios verdes, recalca la importancia del tamaño de los árboles, destacando tres aspectos importantes:

  1. El beneficio asociado a los árboles depende de su masa foliar
  2. Los beneficios claros comienzan en copas de 12 m de altura
  3. Los árboles pequeños no generan beneficios.
Nosotros podríamos parafrasear la tercera de las afirmaciones diciendo que los arboles reducidos artificial y sistemáticamente por las podas no generan beneficios. 

Lo peor de muchas de las podas que se hacen en Getafe es que se realizan en zonas en las que los árboles podrían desarrollarse en todo su esplendor, hasta alcanzar grandes tamaños. Por ejemplo las que hemos citado de la Avenida Juan Carlos I o en la Senda de Mafalda y otras sendas del Sector III. O las realizadas en otras calles igual de anchas como la Avenida de los Reyes Católicos de la Alhóndiga o la Avenida de España de Juan de la Cierva. Incluso en plazas y parques como la Plaza de Pinto del barrio de San Isidro, la plaza del Diamante del Sector III, la plaza de España de de Juan de la Cierva, la plaza del Greco o la de Tirso de Molina de la Alhóndiga o en la zona verde más grande de Getafe, el Parque de la Alhóndiga. 

Podas de olmos siberianos en el parque de la Alhóndiga ¿Qué sentido tiene esta poda en un parque donde los árboles están para dar sombra?. Además al reducir tanto su copa sus beneficios ambientales disminuyen en la misma cuantía. 

Podas en olmos siberianos en la avenida Juan de la Cierva y en la plaza de España. De la misma forma que en otras zonas de Getafe, la drástica reducción de la copa de estos árboles no tiene ningún sentido 

Pero mientras en Getafe se reduce el tamaño de los árboles en sitios donde no afectan a ningún edificio o infraestructura, por unas podas incomprensibles, en otras ciudades se dejan crecer los árboles hasta su máximo tamaño, incluso en calles estrechas. Y en los parques, ni se les pasa por la imaginación hacer unas podas tan brutales. 

Izquierda, una calle de Madrid, donde se han dejado crecer los árboles podándolos lo menos posible. Derecha, un parque de Madrid, donde no se podan los árboles.

miércoles, 8 de julio de 2020

Una plaga arrasa con gran cantidad de pinos en dos parques de Getafe

Desde hace años los vecinos nos llevamos quejando de la mala gestión y, en muchos casos también, de la falta de gestión en los espacios verdes de Getafe:
  • Falta de desbroces: numerosas zonas de Getafe son el paraíso de la mala hierba.
  • Podas irracionales que convierten a los árboles de sombra en esqueletos mutilados que no dan sombra.
  • Mal mantenimiento de los árboles plantados, a los que no se les pone tutores en muchas ocasiones, no se protege su corteza de la aparición de grietas de desecación por calor, no se les riega suficientemente y se les deja morir un año tras otro.
  • Riego deficiente en muchas zonas ajardinadas, que causa un estado raquítico de la vegetación, la muerte de numerosos arbustos o el amarilleado del césped.

Dentro de esta mala gestión también está la falta de tratamiento de distintas plagas y enfermedades. Una de estas plagas, la del insecto perforador Tomicus, se ha cebado recientemente en las especies más rústicas y resistentes de nuestros parques, los pinos mediterráneos. En Getafe se plantan principalmente dos de ellos, el pino carrasco (Pinus halepensis) y el pino piñonero (Pinus pinea). El primero es el más resistente a la sequía de todos los árboles peninsulares, después de las sabinas y los enebros (género Juniperus), pudiendo vivir con 300 mm de lluvia al año. El segundo es menos tolerante a la sequía, aunque también crece en el ambiente mediterráneo, en zonas donde llueve menos de 450 mm anuales.

Hay varios factores que debilitan a los pinos a pesar de su extremada rusticidad, entre ellos la propia sequía. En los últimos años las sequías han sido cada  vez más frecuentes e intensas debido al calentamiento global. Por otro lado, al ser los pinos especies que precisan de mucha luz para  vivir (especies heiófilas o amantes del Sol), la elevada densidad de las plantaciones artificiales también hace debilitarse a los pinos dominados por otros de mayor tamaño. Otros factores debilitadores son los fuegos, que eliminan parte de la copa y dañan la corteza, el viento que los tuerce y daña las raíces, o distintas plagas y enfermedades.

Cuando dentro de un rodal de pinos alguno se encuentra debilitado por cualquiera de las causas anteriores, se convierte en más vulnerable a plagas y enfermedades. Los agentes patógenos (bacterias, virus, hongos o insectos), normalmente viven dentro de las poblaciones de árboles en cantidades pequeñas, lo cual impide que causen daños graves. Si las poblaciones de patógenos crecen debido a que atacan a numerosos individuos debilitados, entonces pueden volverse lo suficientemente grandes como para atacar a individuos (árboles) sanos.

Ataque a los más débiles, contagio y extensión de la plaga a toda la población, así son todas plagas, como lamentablemente hemos tenido ocasión de comprobar recientemente. Por eso nos tuvimos que confinar, para evitar el contagio, y por eso se tuvo que aislar a los contagiados. En el caso de los árboles, que no se pueden mover, el aislamiento consiste directamente en la eliminación de los árboles enfermos, antes de que contagien a los de alrededor.

La falta de gestión ha ocasionado que en el Parque de la Alhóndiga haya zonas donde prácticamente no hay árboles mientras en otras los árboles están apelotonados. Esto responde a una alta densidad de plantación inicial, para que los árboles cubran rápidamente el terreno. Posteriormente, a lo largo de los años, la plantación debe aclararse, algo que no ha ocurrido. Otra de nuestras grandes zonas verdes getafenses, el cerro de los Ángeles, sufre el mismo problema. Esta alta densidad de árboles, unido a las sequías de los últimos años pueden haber sido los catalizadores de la plaga.

Fotografía aérea del parque de la Alhóndiga, donde se aprecia la escasa cobertura arbórea de la mayoría de su superficie aunque hay algunas zonas de pinar denso. Las correspondientes al pino piñonero se han visto afectadas por la plaga de Tomicus.

El insecto Tomicus es un coleóptero (escarabajo) de la familia de los escolítidos (perforadores) de unos 4-5 mm de longitud  y de color oscuro. Las larvas alcanzan un tamaño similar y tienen un color blanquecino. La hembra realiza galerías por debajo de la corteza que provocan exudaciones resinosas muy características, síntoma claro de la plaga. Esta producción de resina es una respuesta de defensa de los pinos al ataque del insecto y, en ocasiones, consiguen impedir su entrada. Al final de estas galerías crean una cámara donde ponen los huevos en varias puestas, desde otoño a primavera.

Tomicus y detalle de las perforaciones en un pino piñonero del parque de la Alhóndiga, algunas con exudaciones de resina

Los daños producidos al árbol por los adultos tienen lugar principalmente en las ramillas terminales, donde se alimentan antes del apareamiento y la puesta de los huevos. Por su parte, las larvas son las que más daño causan al árbol al realizar túneles en el floema, tejido localizado debajo de la corteza por donde circula la savia elaborada. Cuando la población de larvas es muy grande, la cantidad de túneles que realizan es tan alta  que se llega a impedir completamente la circulación de la savia, ocasionando la muerte del árbol. Este empieza primero con el amarilleamiento de determinadas partes de la copa, después todas las hojas se vuelven amarillas y finalmente rojizas, señalando la muerte del árbol.

Hay que estar por tanto atento a todas estas señales de la actividad de este insecto para tratar de detectar la plaga: presencia de ramillos terminales secos, ramillos secos perforados en el suelo, copas que empiezan a amarillear por la actividad de las larvas en el floema y copas completamente rojizas o marrones.

Ramas terminales afectadas por la fase adulta de Tomicus. En el árbol estas ramas amarillentas aparecen salpicadas dentro de la copa. Cuando se secan completamente se pueden recoger del suelo y observarse los agujeros de estos insectos perforadores.

Cuando la larva termina de crecer forma una nueva cámara donde permanece en estado de pupa hasta que se convierte en adulto. Estos emergen por los agujeros de resina y se dirigen hacia los ramillos terminales donde se alimentan hasta alcanzar su madurez de apareamiento, empezando nuevamente el ciclo. La aparición de los adultos comienza en el mes de abril y puede continuar hasta julio.

Izquierda pupa de Tomicus y derecha detalle de los túneles larvarios, en dos pinos piñoneros del parque de la Alhóndiga. La típica forma de los tuneles, en espina de pez, se debe a que el adulto realiza el túnel central y, a partir de éste, las larvas escavan otros en sentido perpendicular.

Este es un resumen abreviado del ciclo del insecto que apunta cuales deben ser los métodos de lucha contra él. En primer lugar se debe evitar a toda costa la existencia de lugares donde pueda iniciarse el ataque de la plaga, como son restos de madera de podas o clareos. Por supuesto, deben de eliminarse todos los árboles muertos, permaneciendo el menor tiempo posible en el pinar. También se debe evitar la presencia de pies debilitados mediante claras.

Cuando el ataque está muy extendido se pueden aplicar tratamientos químicos con diferentes productos específicos. También se utilizan trampas de feromonas, localizas a 50 m de distancia unas de otras, dando una densidad de 4 trampas por hectárea. Éstas se colocan antes del primer vuelo de los insectos, que como hemos dicho se inicia en abril.

Pinos afectados por la plaga en la zona de pinos piñoneros de al lado del hospital de Getafe. Los superiores completamente secos. El inferior de la derecha, debilitado por haber sido torcido por el viento, está comenzando a verse atacado por los insectos. En la foto inferior izquierda trampa de feromonas mal colocada, con la tapa superior cerrada, por lo que no cumple la función de atrapar al insecto. Se localiza en la zona del pinar del límite sur del Parque de la Alhóndiga.

La trampa de feromonas de la fotografía superior se colocó en el pinar del lado sur del parque de la Alhóndiga, donde murieron gran cantidad de pinos por la plaga, como se ve en la siguiente secuencia de fotografías aéreas, correspondientes a los años 2005, 2017 y 2019. 


Pinos de la zona sur del Parque de la Alhóndiga, la más afectada por la plaga en el parque. A día de hoy todavía hay pinos atacados por el insecto.También existen zonas con una elevada densidad de pinos que favorece la aparición de árboles débiles más susceptibles de ser infectados.

En la serie de fotografías aéreas anteriores se aprecia el carácter contagioso de la plaga. Si no se eliminan rápidamente los árboles infectados, se produce una gran reducción de la densidad del pinar pero en zonas localizadas. Como no se ha actuado a tiempo, lo mismo que ha pasado en la zona de pinar del lado sur está sucediendo en el pinar pegado al hospital, como se ve en las siguientes fotografías.

Zona de pinar del Parque de la Alhóndiga pegada al Hospital. En la primera fotografía se observan las copas marrones de los pinos afectados y en la segunda los claros originados por su muerte.

La plaga de este insecto ha afectado solamente a los pinos piñoneros del Parque de la Alhóndiga, probablemente por ser menos resistentes a la sequía y estar más débiles que los pinos carrascos. Sin embargo en el cerro de los Ángeles ha afectado a pinos carrascos. Fue en este parque donde primero se detectó la plaga y el servicio de parques y jardines trató de controlarla pidiendo ayuda a los técnicos de plagas forestales de la Comunidad de Madrid. Estos le aconsejaron en 2006 que pusieran trampas para controlar las poblaciones de Tomicus (ese mismo año se instalaron 45 de estas trampas). En la actualidad se pueden observar numerosos árboles afectados en el Cerro de los Ángeles, así como otros muertos que no han sido retirados, con lo que esto supone para la extensión de los insectos así como el peligro de derrumbe sobre caminantes que circulen por el parque.

Pinar de pino carrasco del Cerro de los Ángeles. A pesar de presentar árboles muy vigorosos, situados en la periferia del monte, donde reciben más luz, las zonas del interior, excesivamente densas, tienen árboles debilitados, muchos afectados por la plaga de Tomicus y muchos derrumbados por el viento tras haber muerto por la plaga.

Resulta desalentador ver como año tras año la mala gestión de los espacios verdes de nuestro municipio, los deja cada vez con menos árboles. En el caso las zonas de pinar del Parque de la Alhóndiga, las actuaciones serían sumamente sencillas, únicamente eliminar los pies afectados por Tomicus y disminuir la densidad en algunas zonas de pinar. Lo mismo habría que hacer en el Cerro de los Ángeles, aunque en ese caso la extensión es mucho mayor. La colocación de trampas de feromonas también ayudaría a controlar la población de insectos.

Otro de los problemas de los que adolecen estas como otras muchas zonas de pinar artificial, tanto de parques urbanos como de repoblaciones en zonas rurales, es la extremada simplicidad del bosque, ya que normalmente solo tienen una especie. La simplicidad en la comunidad vegetal también significa una simplicidad en las comunidades animales. Entre estas podría haber pájaros comedores de insectos que, hasta cierto punto, podrían mantener las poblaciones de insectos patógenos en niveles más bajos.

Una manera de diversificar las repoblaciones de pinos es la plantación de otras especies como pueden ser encinas, coscojas, cornicabras, labiérnagos, jazmines silvestres, aladiernos, jaras y jaguarzos, romeros, etc. Todas estas también son especies mediterráneas que crecen de forma espontánea en los pinares y encinares naturales que existen en nuestra región. En el cercano término de Torrejón de Velasco, en el monte público Bomberos de Castilla, que es un pinar de repoblación de pino carrasco, se están plantando muchas de estas especies desde hace varios años y muchas de ellas ya se están reproduciendo de forma natural y extendiéndose por el resto del pinar. De esta forma, a la larga, se conseguirá un bosque mixto diverso en vegetación y también en fauna, más resistente a perturbaciones por plagas, sequías, u otros factores.


Plantaciones de diversificación vegetal en el pinar de pino carrasco Bomberos de Castilla, localizado en Torrejón de Velasco. Con estas plantaciones se conseguirá en el futuro un monte de mayor diversidad específica y estructural, mas resistente a perturbaciones como plagas y enfermedades.